domingo, 6 de noviembre de 2016

MITOS Y LEYENDAS DE LA REGION ANDINA

Arcos y arcas
Pareja divina que, según algunos mitos teogónicos, descendieron del cielo para habitar, algunas lagunas de la región andina. Son hermanos y asumen diferentes formas y funciones dentro de la mitología local.
Los arcos son dioses de la creación y la destrucción, juegan un papel dual, en el que provocan y curan enfermedades.
El Arca es un ente acuático, habita en el fondo de la laguna y representa la fertilidad.
Suele transformarse en una gran serpiente y robar a niños o atacar a las mujeres embarazadas sino se le han realizado las respectivas ofrendas en su honor.
Se le conoce como Doña Josefa o Doña Simona cuando adquiere la forma de una anciana.
Los campesinos la relacionan por sus acciones maléficas con la bruja roba niños.
El Arco habita en los cerros donde se encuentran las piedras sagradas o en algunas fuentes de agua. Suele encarnar la forma de niño, hombre o anciano, para encantar a las personas.
Se conoce también como Manuare y se manifiesta como una aureola que en algunas ocasiones rodea a la luna. Se debe evitar contemplar a la misma cuando presente este aro, porque puede bajar a la tierra y perseguir a la gente.
El pacto con los arcos (mito indígena)
En aquellos días en que se adoraba a Chia y Zuhe, mucho antes del gran pacto con los señores de la laguna, la comunidad indígena, solía ver cómo los mejores frutos de la tierra, solían estar vedados a ellos, pues todo aquello que crecía a orillas de la laguna, le pertenecía a los arcos y aquél que osara a cruzar sus límites, podría pagarlo con su vida.
Fueron muchos los casos de niños que, atraídos por la laguna, desaparecieron y nunca más se les volvió a ver.
Durante una terrible sequía, los habitantes del pueblo de Jamuén1 decidieron hablar con el gran Mohán, pues no consideraban justo que ellos y sus animales murieran de sed y hambre, cuando en los alrededores de la laguna abundaban los frutos maduros, los mejores bejucos para realizar las cestas y el urao para hacer el chimó. El Mohán, comprendió las necesidades del pueblo y decidió consultar a las divinidades cuando la luna estuviese llena, pero par tal acción debía primero realizar junto a la tribu una celebración que honrara a los dioses y demostrar que eran dignos de su benevolencia.
Al ritual asistieron todos los miembros de la comunidad con sus mejores atuendos. En éste se celebraron bailes ceremoniales y se lanzaron súplicas al cielo, donde Chia, la pálida luna, dominaba la noche. Después de un par de horas el Mohán, a una señal, detuvo todas las danzas y se encaminó a un cerro sagrado donde recibiría la decisión de los dioses. El pueblo de Jamuén, pacientemente, esperó su regreso y antes de que el sol se asomara por el horizonte, la figura del Mohán apareció de entre los matorrales portando el decreto final de las divinidades. La voz de este se alzó con fuerza y comunicó al pueblo las buenas nuevas. Los dioses habían intercedido ante los señores de la laguna para que el pueblo se beneficiara de los productos que ofrecía la misma, pero a cambio debían ofrendar un niño recién nacido cada cierto tiempo, mientras el pueblo de Jamuén existiese.
Ante tal noticia todos los habitantes entraron en júbilo, pues para los pueblos indígenas los beneficios de la colectividad imperan sobre los intereses personales.
En unas lunas, decidiré a qué niño del pueblo corresponderá tal honor – dijo el Mohán-, por ahora todos deberán prepararse para la primera gran ofrenda a los arcos.
El gran día llegó y en la comunidad reinaba una tensa calma. Sobre las aguas de la laguna se dibujaban unas extrañas líneas, como si se tratara de un camino que se marcaba para la realización del sacrificio. Las ofrendas se debían realizar sobre una gran piedra a orillas de la laguna, pero en esta ocasión por ser la primera vez, el acto se llevaría a cabo en las profundidades de la laguna.
Todo el día surgieron de la laguna unos sonidos escalofriantes, muy parecidos a los bramidos de un cerdo, pero que retumbaban por todos los alrededores.
Al final de la tarde, todo el pueblo se encaminó hacia la laguna, la procesión estaba encabezada por el gran Mohán, el Cacique de la tribu y la orgullosa madre del niño que sería entregado a los arcos, detrás de ellos, un grupo de guerreros portaban importantes regalos en señal de paz y amistad.
Una vez frente a la laguna todo el cortejo pudo observar cómo el sol, que estaba por ocultarse, volvió a salir y brilló con una fuerza inusitada. La luna por su parte también apareció y fue testigo del gran acto que estaba a punto de ocurrir.
Luego de tres fuertes bramidos las aguas de la laguna comenzaron a abrirse para la sorpresa de todos. A lo lejos en el centro de la laguna se comenzó a divisar una especie de edificación del cual emergieron un grupo de figuras humanas. Una pareja de lento caminar se fue acercando a la orilla de la laguna, y con una señal, indicó a los integrantes de la procesión que se acercaran. El gran Mohán fue el primero en encaminarse al fondo de la laguna, seguido muy de cerca por el resto del cortejo que asombrados veían cómo las aguas de la laguna se alzaban como paredes enormes. A su vez, pudieron distinguir algunos rostros conocidos que muchos años atrás habían sido llevados por la laguna.
El Mohán se acercó a la pareja de ancianos y habló en una lengua extraña para el resto de las personas; luego procedió a mostrar el niño que les sería ofrendado. La anciana extendió sus brazos y la mujer entregó con gran alegría su hijo. A diferencia de los adultos que la laguna rapta, los niños que son ofrecidos regresan al mundo de la superficie convertidos en grandes mohanes, conocedores de los mayores secretos de la naturaleza revelados por los arcos.
Una vez culminada la ceremonia y cerrado el pacto, los amos de la alguna pidieron a los visitantes que regresaran a la superficie, por el mismo camino y que no voltearan, pues esa era la única condición para que llegaran salvos a la orilla. Al finalizar el recorrido, los indígenas voltearon y las aguas de la laguna habían vuelto a su lugar.
El pueblo de Jamuén volvió alegre a sus chozas porque estaba seguro que gracias al sacrificio de uno de los suyos, la tribu no pasaría más penurias.
Con el pasar de los años las ofrendas fueron llevadas a la laguna en la fecha indicada.
Con la llegada de los españoles los sacerdotes cristianos, al no poder persuadir a los indígenas para que dejaran de rendir culto a sus dioses, acordaron con los mismos el cambiar el sacrificio humano por el de aves de corral.
Hoy en día el pacto ha sido roto por los habitantes de la zona, por tal razón cada cierto tiempo la alguna reclama la vida de hombres, mujeres y sobre todo niños.
1 Nombre indígena con el que se conocía al pueblo ubicado en las inmediaciones de la laguna de Urao.
Preparación de hojas tabaco y urao que se mantiene en la boca y se va escupiendo poco a poco. Se usa como producto medicinal, tanto para animales como para hombres.
Brujas
Figura oscura perteneciente a la cultura universal, relacionada con la hechicería y el mal. En la región de Los Andes venezolanos, asume varios papeles como son:
– La ladrona de niños: Vieja mujer que jamás ha podido tener hijos y que por envidia se transforma en bruja para robar los niños de las mujeres más fértiles. Está relacionada con el Arca bajo su forma humana, la cual ataca a las mujeres embarazadas que se acercan a las lagunas. Golpea a sus víctimas en el vientre y así logra robar la criatura que será sacrificada o llevada a su hogar en el fondo de la laguna para ser su sirviente.
Se dice que dichas brujas también asumen la forma de temibles marranos que gruñen en las orillas de ríos y lagunas.
– La envidiosa: Son aquellas mujeres de las que se sospecha están relacionadas con alguna desgracia de la comunidad, como la muerte o enfermedad de alguna persona, la desaparición de un niño, las malas cosechas, los problemas económicos de alguna familia, el nacimiento de niños con problemas de salud o anormalidades, y los incendios.
Para protegerse de ellas se puede emplear alguna contra que se lleva en el cuerpo o se coloca en la casa.
– La yerbatera: Ser que conecta al hombre con las divinidades a través de los enfermos o muertos, también es conocida como rezandera, sobadora o ramera. Puede curar o provocar ciertas enfermedades.
– La mística: Conocedora de terribles hechizos con los que puede provocar algunas enfermedades. Es un ser nocturno que ataca a los hombres cuando duermen, chupando su sangre y dejando fuertes marcas en la piel tales como rasguños y mordiscos. Este tipo de bruja ha estado ligado a la historia de la humanidad desde sus inicios como lo podemos ver en el siguiente fragmento extraído de un mito hebreo, donde se le relaciona con Lilit, la primera mujer de Adán, que abandonó a su pareja por no poderlo someter, y fue castigada por Dios al rehusar regresar al lado de su compañero.
…“Sale de entre los espesos juncos con el pelo al viento, los pechos desnudos y las manos llenas de sangre y carne. Abre las ventanas y se introduce, como serpiente, a través de ella…” (Schaup, 1998, 213)
En las noches, estos seres maléficos habitan especialmente en un tipo de árbol conocido como el maitín (Ficus dendrocida), también llamado “el árbol de las brujas”. En éste, las brujas suelen realizar sus demoníacos bailes y también atacar a los transeúntes ebrios o desprevenidos. El maitín es también habitado por murciélagos, animales con los que frecuentemente son relacionadas.
Se cree que las brujas tienen a su vez la capacidad de transformarse en gallinas negras y caminar sobre el techo de las casas, las cuales visitarán al día siguiente bajo forma de ancianas pidiendo sal, mientras que logran robar la felicidad de la familia.
La bruja de belén (leyenda urbana)
Hace no mucho tiempo, en el sector de Belén en Mérida, un joven parrandero, al despertar de una de sus usuales noches de farra, descubre ciertas marcas alrededor de su cuello, que llaman su atención, no tanto por la agresividad de las mismas, sino por el hecho de no recordar haber estado con ninguna mujer los últimos días. Al no encontrar explicación al asunto decide asumirlo como una broma que le han gastado sus amigos en un descuido la noche anterior, con los que bebió hasta tarde en el viejo maitín del parque.
Al pasar los días, las marcas en vez de desaparecer, se fueron incrementando, al igual que el estado de pesadez en todo su ser. Ya no le provocaba comer ni salir a trabajar, sólo esperaba que oscureciera para encontrase con sus amigos en el maitín para seguir la parranda.
Una mañana su madre decide llevarlo al ambulatorio pues no le parecía normal el desgano y la extrema delgadez de su hijo. El médico, al examinarlo, sólo encontró unos marcados rasguños que atribuyó a una fogosa novia y a un fuerte nivel de anemia que sólo podía curar si dejaba la bebedera, se alimentaba mejor y seguía el tratamiento.
Con el pasar de las semanas su estado fue empeorando, y a las marcas de su piel, se fueron sumando unos extraños morados en forma de mordiscos.
Un día su abuela se encontraba de visita en la casa y al saludar a su nieto notó una de las extrañas marcas que se asomaban por su cuello, al ver su peculiar forma y el estado de decaimiento de éste, lo increpó, ¿sigue echando vaina por el parque de noche?, ese parque es peligroso, por esos lados hay mucha brujas, es mejor que se deje de tanta medicina y vaya a visitar conmigo a un yerbatero1 muy bueno que le curó el mal de ojo al hijo de una vecina mía.
Al día siguiente la rezandera, confirmó las sospechas de su abuela. Al muchacho lo estaba persiguiendo una bruja y que lo iba a secar sino le ponía remedio al asunto, el cual consistía en dejar de visitar el parque de noche; cargar una contra debajo de la camisa metida en una bolsita roja, y dormir entre sus padres por tres meses o hasta que desaparecieran las marcas.
El joven no tuvo otra opción y optó por seguir al pie de la letra lo indicado por la señora; con el tiempo las marcas fueron desapareciendo al igual que su mal aspecto. El muchacho decidió nunca más pisar el parque ni pasar cerca de un maitín por el resto de su vida.
1 Hombre con ciertos atributos capas de curar enfermedades, a través de hiervas, aplicando sobadas o la lectura de orina o agua.
2 Enfermedad que da a los niños cuando son mirados por ciertas personas que tienen sangre pesada o al ser amamantados por la madre acalorada, luego de haber caminado.
Caribay
Conocida como “el genio de los bosques aromáticos, la india Caribay es una divinidad de Los Andes merideños, que desciende de Zuhé, el radiante sol y Chia, la pálida y bondadosa luna que predecía las catástrofes ocasionadas por las inundaciones o por las sequías.
Un día la joven diosa terrenal, ante la codiciosa tarea de querer adornar su vestimenta con las resplandecientes plumas de unas enormes águilas blancas, las despertó bruscamente, y éstas aletearon sus alas de tal manera, que provocaron que la cordillera de Los Andes se cubriera de nieve. Desde ese día el viento remeda el canto triste y monótono de Caribay.
Las cinco águilas blancas (mito indígena)
Cinco águilas blancas volaban un día por el azul del firmamento; cinco águilas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían sombras errantes sobre los cerros y las montañas.
¿Venían del Norte? ¿Venían del Sur? La tradición indígena sólo dice que las cinco águilas blancas vinieron del cielo estrellado en una época muy remota.
Eran aquellos los días de Caribay, el genio de los bosques aromáticos, primera mujer entre los Mirripuyes, habitante del Ande empinado. Era hija del ardiente Zuhé y la pálida Chía; y remedaba el canto de los pájaros, corría ligera sobre el césped como el agua cristalina y jugaba como el viento con las flores y los árboles.
Caribay vio volar por el cielo las enormes águilas blancas, cuyas plumas brillaban a la luz del sol como láminas de plata, y quiso adornar su coraza con tan raro y espléndido plumaje. Corrió sin descanso tras las sombras errantes que las aves dibujaban en el suelo; salvó los profundos valles, subió a un monte y otro monte, hasta dominar las alturas; llegó fatigada a la cumbre solitaria de las montañas andinas. Las pampas, lejanas é inmensas, se divisaban por un lado; y por el otro, una escala ciclópea, jaspeada de gris y esmeralda, la escalada que forman los montes, iba a morir en lontananza bañada por la onda azul del Coquivacoa.
Las águilas blancas se levantaron perpendicularmente sobre aquella altura hasta perderse en el espacio. No se dibujaron más sus sombras sobre la tierra.
Entonces Caribay pasó de un risco a otro por las escarpadas sierras, regando el suelo con sus lágrimas. Invocó á Zuhé, el astro rey, y el viento se llevó sus voces. Las águila se habían perdido de vista, y el sol se hundía ya en el ocaso.
Aterida de frío, volvió sus ojos al Oriente, é invoco á Chía, la pálida luna y al punto detúvose el viento para hacer silencio. Brillaron las estrellas, y un vago resplandor en forma de semicírculo se dibujó en el horizonte.
Caribay rompió el augusto silencio de los páramos con un grito de admiración. La luna había aparecido, y entorno a ella volaban las cinco águilas blancas refulgentes y fantásticas.
Y en tanto que las águilas descendían majestuosamente, el genio de los bosques aromáticos, la india mitológica de los Andes, moduló dulcemente sobre la altura su selvático cantar.
Las misteriosas aves revolotearon por encima de las crestas desnudas de la cordillera, y se sentaron al fin, cada una sobre un risco, clavando sus garras en la viva roca; y se quedaron inmóviles, silenciosas, con las cabezas vueltas hacia el Norte, extendidas las gigantescas alas en actitud de remontarse nuevamente el firmamento azul.
Caribay quería adornar su coraza con aquel plumaje raro y espléndido, y corrió hacia ellas para arrancarles las codiciadas plumas, pero un frío glacial entumeció sus manos; las águilas estaban petrificadas, convertidas en cinco masas enormes de hielo.
Caribay da un grito de espanto y huye despavorida. Las águilas blancas eran un misterio, pero un misterio pavoroso.
La luna se oscurece de pronto, golpea el huracán con siniestro ruido los desnudos peñascos, y las águilas blancas despiertan. Erízanse furiosas, y a medida que sacuden sus monstruosas alas, el suelo se cubre de copos de nieve y la montaña toda se engalana con el plumaje blanco.
(Tulio Febres Cordero, 1985, s/p)
Cua o cuat
Divinidad femenina que representa la fertilidad, la vida y la muerte en su continuo ciclo de renacimiento. Asume la forma de gran serpiente y es conocida aún por los campesinos como “Madre del Agua”. Está relacionada con la luna sagrada, con el arco-iris hembra, que mata o enferma a aquellos que se atreven a mirarla. La gran serpiente suele atacar a mujeres embarazadas o a niños, si no se le ha rendido la ofrenda que los antiguos habitantes de la región pactaron con la divinidad para servirse de los beneficios de la laguna de Urao. La diosa también suele raptar a aquellos irrespetuosos transeúntes que lanzan piedras a la laguna o que intentan cortar los juncos sagrados sin previo permiso de la deidad.
Los indios Jají consideraban a las grandes serpientes como las protectoras de los cuerpos de agua, a las cuales se debía honrar y proteger, pues su muerte provocaba no sólo la sequía del río o laguna que preservaba, sino también de todos sus alrededores. Igualmente se cree que las grandes serpientes poseen una marcada jerarquía, la cual es regida por una extraña serpiente con cuernos de chivo o carnero en su cabeza. Se cree que donde viva este temible ser, abundarán todas las especies de serpientes, habitando una cueva ubicada bajo una singular piedra en forma de campana, dentro de la cual se encontrará un curioso relieve con la forma de este reptil carnudo.
La reina de las culebras (leyenda campesina)
Se cuenta que un joven chiguarero decidió un día adentrase en la montaña para buscar un nuevo lugar para sembrar. Después de un largo trecho recorrido, el campesino observó una explanada que le pareció ideal para su nuevo proyecto, pero en el momento en que se disponía a derivar el primer árbol, observó una figura que se retorcía cerca de su pie. Al retroceder lentamente, pudo ver cómo de todos los rincones de la montaña emergían serpientes que se acercaban al joven con actitud amenazadora. Al sentirse rodeado, el campesino no tuvo más que hacer que dar grandes zancadas y salir lo más rápido de esa extraña montaña. Una vez en el pueblo, buscó reunirse con los más viejos y sabios habitantes del lugar para contar lo sucedido. Uno de ellos, el más anciano, recordó que en sus años mozos llegó a escuchar la historia de una rara serpiente con cuernos en la cabeza, conocida como la “Reina de las serpientes”. Este espantoso bicho vivía con las demás culebras, en una cueva debajo de una piedra con forma de campana. Y que si quería matarla debía partirla a la mitad y quemar la figura de serpiente cornuda que se encontrara en su interior.
Armado de valor, el campesino decidió a los pocos días adentrarse nuevamente en la misteriosa montaña. Al tener pocas horas de camino y a una prudente distancia del sitio donde había sido amenazado por las serpientes, decidió echar manos a la obra, cuando observó que todo a su alrededor se movía. Antes de que fuera demasiado tarde, el campesino echó a correr nuevamente, hasta que se sintió a salvo, luego descansó unos minutos y decidió arma un refugio para pasar la noche. Después de preparar una comida sencilla, decidió descansar pues la faena del próximo día sería agotadora. Por más que trataba de conciliar el sueño, su cabeza se veía agobiada de terribles pesadillas relacionadas con serpientes atacándolo. Una y otra vez despertó angustiado en la oscuridad, mirando todo a su alrededor por si estaba cercado por los maléficos reptiles. El último sueño antes de amanecer fue el más espantoso, ya que en éste vio cómo la gran serpiente con cuernos, rodeada por sus súbditas, se presentaba ante él, y sin emitir sonido alguno, le hizo saber cómo ella y sus hermanas llegaron a esa montaña, arrastradas por un poderoso viento que las lanzó al aire con todo y piedra sagrada. La espantosa serpiente también le comunicó que esa montaña ahora les pertenecía y que no iban a dejársela arrebatar por ningún humano.
Con los primeros rayos del sol el joven chiguarero decidió acabar de raíz con todas las serpientes de la zona destruyendo la piedra en forma de campana. Se armó nuevamente de valor y echó a caminar hacia donde sospechaba se encontraba el hogar de las serpientes. Al acercarse cada vez más a la piedra de las serpientes, éstas aumentaban en número, hasta que distinguió al final de un matorral la dichosa piedra. Sin más que esperar, el campesino pegó una veloz carrera y de un sólo tirón, logró levantar del suelo la roca, la cual resultó ser bastante ligera. Con ella en los brazos, cogió rumbo al río donde golpeándola con una barra de acero que portaba en la cintura, logró abrirla a la mitad. Al fracturase la piedra se escuchó un ruido ensordecedor, como si miles de serpientes silbaran a la vez. Sin perder tiempo alguno, tomó un par de ramas y algunas hojas con las que logró encender una fugaz fogata a la que lanzó los dos trozos de piedra. Cuando el fuego tocó la imagen en relieve que se encontraba en el interior de la roca, se volvió a escuchar nuevamente un terrible sonido que parecía emitido por mil serpientes y luego el silencio se apoderó de la montaña. El campesino miró a su alrededor y se percató que no quedaba ni una serpiente, todas habían desaparecido al igual que la piedra en forma de campana.
1 Gentilicio da la gente oriunda de Chiguará, Estado Mérida.
Huescas
Son aves nocturnas de mal agüero, se cree que son portadoras de malos presagios como las muertes brutales, ya sea por accidente, por suicidio o asesinato, de alguien del sector donde se les ha visto o escuchado cantar. Son de color blanquecino, pequeñas, y andan en pareja. Lo más peculiar en estas aves es que emiten un escalofriante sonido, muy similar al silbido de las serpientes.
Las aves de la muerte (leyenda campesina)
Un joven campesino del pueblo de Chiguará, cuenta que cerca de la media noche de un domingo, cuando se encontraba descansando con su mujer, su sueño fue interrumpido por un extraño sonido que parecía provenir del cielo, una especie de aleteo, algo bastante raro para esa hora. Él y su mujer, extrañados, corrieron a la ventana para ver qué ocurría y, en la penumbra de la noche, pudieron distinguir dos figuras aladas que surcaban el cielo en enormes círculos, para luego posarse sobre las ramas de un árbol en la propiedad su vecino.
¡Son Las Huescas! – dijo el campesino, al ver con detenimiento las dos aves de color blanquecino que emitían un sonido escalofriante, similar al que hacen las serpiente cuando se disponen a atacar –. Seguritico que va ocurrir una desgracia, esos pájaros los manda el demonio -comentó su esposa-. Es bien conocido por los habitantes de la zona que cuando esas aves se ven o se escuchan, pronto ocurre una muerte trágica, un asesinato o un suicidio. La pareja, temerosa de estas aves de mal agüero, decidió cerrar la ventana y pedir al cielo y a todos los santos por el bienestar de su familia y el de sus vecinos. No transcurrió ni una semana cuando se enteraron de una lamentable noticia. El hijo mayor de su vecino fue encontrado ahorcado en un árbol. El oscuro vaticino de Las Huescas se había vuelto a cumplir.
Un caso similar había ocurrido unos años antes, cuando un amigo bastante cercano a la pareja, después de ser visitado por las fatídicas aves, fue víctima de una certera puñalada que le atravesó el corazón.
Mohán
Médico hechicero que ocupaba una importante posición en la tribu, pues era el único capaz de establecer contacto entre los dioses y el hombre. Desde su infancia, recibía una educación especial por parte de otros Mohánes o de los mismos arcos, que en muchas ocasiones iniciaban, en todas las artes de la curación, a los niños que eran entregados como ofrenda a la laguna, para que al crecer, sirvieran a su aldea. El Mohán estaba libre de toda faena como el labrar la tierra, el resto de la población lo mantenía, pues sobre sus hombros recaía la misión de mantener viva la tradición de su pueblo.

Como mensajero de las divinidades, tenía la capacidad de transformarse en zamuro para poder ascender al cielo y llevar las peticiones de su pueblo o buscar la cura de las enfermedades que atacaban a hombres y animales.
En la escala jerárquica, el dominio de las artes mágicas por parte del Mohán es total, mientras que los yerbateros, sobaderos y brujos, sólo poseen un conocimiento parcial e inferior.
Antiguas creencias relacionaban al Mohán con el Ches, dios supremo de los indígenas, por su capacidad para pasar del mundo real al espiritual.
El vuelo de la laguna
Hace muchos años, cuando la luz no había llegado a los pueblos de Los Andes y las ánimas y espantos deambulaban por estas tierras, un poderoso Mohán se acercó a la población de Lagunillas y advirtió a sus habitantes que, ante la falta de sacrificios, los moradores de la laguna se encontraban muy molestos con los residentes del pueblo. Y que se irían con todo y laguna llevándose a medio pueblo por delante, para luego llegar a la cuenca del Chama y descender río abajo. Luego les advirtió que no era la primera vez que la laguna se movía por no estar a gusto y les recordó el mito de origen de la laguna.
En los primeros tiempos, la laguna se encontraba en los páramos andinos pero, por no sentirse cómoda, decidió bajar volando y ubicarse en lo que hoy se conoce como el cerro de San Miguel. Ahí permaneció un tiempo, pero tampoco le gustó el sitio y decidió seguir descendiendo, no sin antes dejar un pedacito de ella en la Capellanía. Los indígenas de la zona, que hoy se conoce como Lagunillas, contaban que la noche anterior a la aparición de la laguna se desató una gran tormenta y al salir el sol, la laguna ya se había ubicado en ese lugar que hasta hoy ocupa y que originalmente se conoció como Yohama.
Pinineos
Son seres que habitan las profundidades de la tierra, también conocida por los campesinos como “Mundo de abajo”, al cual se accede por una entrada ubicada al occidente de la región andina, llamada “Tierra Llana”.
Los Pinineos son considerados los “encantos” de los indios. Son seres barbudos, parecidos a los hombres pero mucho más pequeños. Se alimentan de los vapores que emergen de la tierra y son de carácter agresivo.
Su mito está relacionado con los indígenas que prefirieron el suicidio colectivo antes que rendirse ante el invasor español y su Dios. Sus cuerpos fueron enterrados en grandes fosas por otros indígenas.
El mundo de abajo (mito campesino)
…Es un hueco entre la tierra, uno se asoma pa’bajote, no se ve pero se escucha la gente, los perros, los gallos, allá hay buena cacería,…allá vive la nación de los Pinineos, la primera nación que ha había en el mundo. Cuando los Pinineos escucharon del olio de la cristiandad, se rejundieron en la tierra, un pueblo entero que se rejundió pa’no acatar la cristiandá… El Katé1 asiste en el mundo de abajo junto con el Pinineo y aparece en los páramos…
Esos asisten en el mundo de abajo, por eso es que la luna cuando estrastumba aquí, alumbra pa´bajo así es que el sol, cuando se va escondiendo de acá va llegando la claridad al otro lado.
(Clarac, 1996, p. 376)
1 Es un tipo de arco que vive en las profundidades. Este ser de gran tamaño, es de forma humana, pero sólo posee un brazo, un sólo gran ojo de luz con el que puede verlo todo y una sola pierna con la que logra saltar de páramo a páramo. Sus acciones son funestas. El Katé pertenece a una de las primeras naciones del mundo.
Zángano
Es considerado como un ser maligno con poderes mágicos, que lo convierten en una figura semi-mítica o semi-humana. Es la contraparte masculina de la bruja. Habita en los pozos de agua y ataca a las mujeres bajo la forma de diversos animales. Se cree que pertenece a la familia de los Arcos o es un poderoso brujo capaz de visitar el infierno cuando lo desea. Puede asumir la forma de perro, gato o cochino. Cuando persigue a una mujer y ésta lo rechaza, le suele colocar bosta de burro en su comida o matarla a golpes. Existen dos tipos de zánganos que se diferencian por sus actos y poder, éstos pueden ser, terrenales o diabólicos.
– El terrenal: Es conocedor de las artes mágicas, vive en las comunidades y puede llegar a volar, hacerse invisible o tomar cualquier forma.
– El diabólico: Es un espíritu maligno que ataca a sus víctimas bajo la forma de hombre oscuro o rojo al que nunca se le ve la cara. También posee la capacidad de transformarse en perro, gato, mono, murciélago o cochino de color negro, que expulsa fuego por los ojos y el ano.
Ataca sexualmente a las mujeres de las que se enamora, además las suele golpear pellizcar y morder.
Durante el día les juega bromas molestas como orinarlas, arrojarles tierra y excremento de animales. Las acciones del zángano pueden extenderse a otros miembros de la familia, siendo los niños las víctimas más comunes.
Las mujeres atacadas por los zánganos diabólicos suelen presentar síntomas como: alucinaciones, pesadillas, vómito, fiebre, y algunas quemaduras en la piel o marcas, a través de las cuales, el espíritu chupa a su víctima hasta matarla.
El sueño del duende (leyenda campesina)
Una vez, eso no lo vide yo, pero es verdad, el Arco1 encantó un par de casados; fueron a buscar leña y entonces llegaron a una sabanita, que había al pie de una laguna. Estaba un solecito muy bonito y dijeron que iban a reposar ahí un poco. Entonces que le dio sueño a la mujer, y el esposo que le dijo: “Mientras que yo voy a buscar leña, usted reposa aquí un poco, en la sabanito”. Y entonces el Arco pues la embobó; el sueño fue el Arco. Cuando quesque llegó el hombre, estaba la mujer pero muy dormida. La había dormido mucho el Arco. Y quesque llegó y la llamó y la llamó y nada; nada que se despertaba… tenía un sueño muy profundo. Y hasta que por último, siempre se despertó y que le dijo al esposo: “Tenía un sueño muy bonito, un sueño como un sueño natural”. Pero no era natural tampoco, sino era el sueño del Arco y la señora quesque tuvo un niño del Arco… del duende.
Salió en estado del duende, porque el marido no le había hecho daño. Fue el duende que… Y salió un niño muy bonito. Pero con el tiempo dicen que le fueron saliendo unas rosetones en el cuerpo, y que no se le quitaban con nada; igual todo el tiempo, y entre más tiempo, pues más grandes las rosetones; igual al duende.
Entonces el Padre quesque tuvo que ir a confurarle al niño y a confurar la laguna, donde estaba el duende. Total que la mujer que no podía tener más familia del marido, después sí, cuando ya el Padre confuró la laguna, ya pudo ella.
Y quesque no duró mucho tiempo tampoco el niño, dicen que se le fueron cayendo los pedazos de piel… El Arco es muy venenoso.
(Brandi, 1982, p. 210).

1 Para la mayoría de los campesinos los zánganos, los duendes y los arcos son una misma entidad maléfica.

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